12 marzo, 2013

Mucho más allá / Mucho más reducto

Mucho más allá, de Alejandra Pizarnik

¿Y qué si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?

¿Y qué?
¿Y qué me da a mí,
a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia
en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?

¿A qué, a qué
este deshacerme, este desangrarme,
este desplumarme, este desequilibrarme
si mi realidad retrocede
como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan,
hasta que cae a mis pies como un ave muerta?
Quisiera hablar de la vida.
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados, este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
«¿es que yo soy? ¿verdad que sí?
¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia

Y con las manos embarradas
golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta
de sucios y hermosos velos,
pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes
de imbécil soberbia
tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.

Pues eso es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza.



Mucho más reducto, de Maximiliano Tossenberger

¿Y qué si ando de risa en risa hasta la última espera?
He perdido el nombre que me era en época remota
Por este desangrarme
Este mar
Este librarme:
Mi realidad cede y cae a mis pies como muerta.

Quisiera hablar de este irse a lo propio
Decir sólo por ver si se puede
¿Qué verdad o bestia
no golpea a las puertas del amor
y la conciencia cubierta de velos por Dios?                                

La restante imbécil vida patea de soslayo
Muerte, eso es lo que hacemos                           
De risa en risa hasta la última.